XEROSTOMÍA POR QUIMIOTERAPIA Y RADIOTERAPIA

XEROSTOMÍA POR QUIMIOTERAPIA Y RADIOTERAPIA

Tanto la quimioterapia como el tratamiento con radioterapia pueden producir un cuadro de xerostomía en el paciente oncológico. No obstante, la fisiopatología, la evolución y sobre todo, el pronóstico a largo plazo, son muy distintos.

Conviene recordar que la quimioterapia consiste en la administración por vía sistémica de un fármaco con actividad antineoplásica, que actuará en todo el organismo, impidiendo la capacidad de replicación celular tanto en la población tumoral como en los tejidos sanos con alto índice de división celular (epitelios, mucosas, tejido hematopoyético, etc.). Por lo general, no se producirá un daño letal irreversible de estos tejidos, y tras un periodo de recuperación, pueden volver a funcionar con normalidad.

Por tanto, la quimioterapia también puede producir cambios en la salivación, la saliva puede presentar modificaciones en su composición o encontrarse ligeramente disminuida. No obstante, estas alteraciones son usualmente transitorias y menos severas que las producidas por la radioterapia, pero al combinarse ambos tratamientos al mismo tiempo, los efectos sobre la salivación son más pronunciados.

No todos los agentes citostáticos causan los mismos efectos en los tejidos orales. Por ejemplo, el metotrexate y el 5-fluoracilo tienden a producir mucositis importantes, mientras que la adriamicina, puede causar con más frecuencia xerostomía por su acción sobre las glándulas salivares menores.

Sin embargo, el tratamiento con radiaciones ionizantes o radioterapia se caracteriza esencialmente por ser intrínsecamente una terapia local. Mediante la utilización de diversos campos de irradiación que son dirigidos de forma muy precisa sobre una estructura anatómica concreta donde asienta el volumen tumoral, se produce su efecto de ionización únicamente en esa localización, y no fuera de ella. Cada órgano y cada tejido, tienen una dosis máxima de tolerancia a la irradiación, y si excedemos esa dosis, los efectos secundarios serán por lo general, irreversibles.

Las radiaciones ionizantes pueden causar distintos grados de alteraciones en las glándulas salivales, y este daño se manifiesta con la destrucción de las células acinares, la consecuente atrofia y finalmente, fibrosis de la glándula. El grado de alteración estará relacionado con el factor dosis-volumen-tiempo de irradiación y también, de forma my importante, con la edad del paciente. Se sabe que dosis superiores a los 26 Gy producen un daño significativo sobre el tejido glandular salivar, y que será irreversible si superamos significativamente esa dosis.

En orden decreciente, las glándulas salivares más radiosensibles son las parótidas, las submandibulares, las sublinguales y por último, las glándulas menores. Las células serosas acinares parecen ser más sensibles a la radiación que las células mucosas. Hay tendencia a una disminución continua del flujo salival durante algunos meses después de la radioterapia, debido a la degeneración progresiva de las glándulas, asumiendo que el grado de recuperación máxima esperable se suele producir a los 6-12 meses post-tratamiento.

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